Más allá de cualquier explicación de conceptos, está la esencia de lo que es innato y creo esencial: El diálogo de tu yo y el mundo, en lo humano y divino, en lo cotidiano y el devenir.
En definitiva tu Universo particular, que se materializa al hacerlo tangible para los demás.
Como el agua busca su cauce, en las correnteras, o en los caminos. Siempre, aunque existan obstáculos que bloqueen su recorrido, finalmente encuentra de nuevo el surco natural para seguirlo.
De la misma manera, que el arroyo seco renace tras las lluvias; si coyunturalmente hice un paréntesis en mi trayectoria creativa, estos años de sed artística han pasado, y mi ánimo de continuar es absolutamente una necesidad.
Por eso, ya sea reflejando en mis cuadros el mar, (como en anteriores ocasiones), o en el rescate de un objeto perdido…
En este tema actual, el otoño es mi universo fragmentado y seriado, como el susurro del aire en las ramas o el murmullo lejano de las olas del mar, repetido obsesivamente. Los deseos frustrados tienen que resarcirse tarde o temprano para encontrar su liberación. Nada como la Naturaleza para sentirnos mejor observándola al detalle, formando parte de ella. Nada como poder expresarnos, en un canto desesperado de supervivencia, o de vivencia.
Somos lo que hacemos, o ¿somos porque hacemos?
Definitivamente esta exposición soy yo, fragmentos rotos intentando mantener el equilibrio. Un melancólico otoño de luces cálidas.